miércoles, 13 de octubre de 2010

Festival de Sitges (06) The Wild Hunt

Precedida por ganar el premio del público en el festival de Slamdance (el festival que ha recogido el verdadero espíritu de cine independiente que perdió Sundance), y con una galardón en Toronto a la mejor opera prima, llega a Sitges, casi sin ser mencionada, The Wild Hunt (2009) de Alexandre Franchi.
Hay guerra por el poder entre varios grupos tribales: celtas, vikingos y caballeros medievales, duendes, elfos y chamanes, pero no todo es lo que parece en The Wild Hunt. Una macro partida de rol en la actualidad agrupa a jóvenes y no tan jóvenes para jugar y recrear un universo medieval. Dentro de esta premisa que nos permite vivir una historia de aventuras y épica un joven tiene que formar parte del juego (sin quererlo) para recuperar a su novia secuestrada por el chaman de los celtas. Con buenas dosis de humor y un ritmo y una planificación perfectas, Alexandre Franchi se divierte con los freaks hablando en su clave y haciendo del rol una excusa para llevarnos siglos atrás, huyendo de la realidad mediante disfraces y nobles diálogos de caballeros y princesas.

El caballero con su princesa

Pero Franchi es más hábil de lo que parece, la seriedad como el terror aparecen a medida que nos encontramos más cerca del desenlace. Una suerte de reflejos entre lo real, lo imaginario, y lo real del imaginario, hacen un ménage à trois imposible de separar, porque Franchi se sustenta en las emociones de los personajes, y éstas, ambiguas, se realizan en estas tres dimensiones que se cruzan por fronteras invisibles llegando a situaciones de una sordidez que nos era imposible pensar al iniciar la película.
Una reflexión de lo personal que aparenta ser una curiosidad digna de convertirse en culto cinematográfico, pero que no se aleja de otras grandes obras sobre lo espectral del individuo y la necesidad que tiene de evadirse de su propio entorno y tiempo (como por ejemplo No county for old men de los hermanos Coen). Un poema que se abre en concepto y mensaje y que llega tan lejos en sus intenciones hasta tal punto que nos cuesta como espectadores juzgar que es correcto y que no lo es y en que momento acaba la épica y empieza lo mundano. Imprescindible.

La utilización de cierta iconografía le sirve a Franchi para cuestionar la ética de banalizar los símbolos

El último pase en el festival es mañana a la 01:00 de la madrugada en el cine Prado.
Fernando Pomares

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