Ya ha empezado. Un año mas el festival de Sitges llega para darnos mucho cine, muchas horas de tedio - tedio servido y recibido con mucho gusto - y muchos momentos de fantásticas sorpresas. Todo bien mezclado y con ganas de vivir 10 días cinefílicos. Sin duda el festival de Sitges es un regalo.
Una de las mejores salas de cine que he pisado en mi vida
Como en cada edición, y cada vez con mas personalidad, la programación del festival disfruta de una condición ecléctica digna de admiración, contando con la selección de cine de género, emblema y sentido de la fiesta, pasando por las propuestas mas radicales de las nuevas autorías europeas, o el cine de animación mas exquisito y variado, hasta las propuestas asiáticas mas descabelladas, el festival de Sitges proporciona un surtido de películas que en muchos casos son oportunidades únicas de ser exhibidas en una sala española, y en casos particulares en una sala tan extraordinaria como la del Auditori del Hotel Meliá. Pero mas allá de sus virtudes no todo es positivo en el festival. En su primera jornada ha cojeado con sus dos premieres principales del día.
Los ojos de Julia (2010) de Guillem Morales, no convence. La propuesta del film funciona e interesa, pero se sustenta en un conjunto de equívocos que pueden con los elementos de interés. El mayor problema que le encuentro a la película, aparte de que el guión flojea en muchos de sus diálogos sobreexplicativos, es que la retórica de la película no es lo suficientemente arriesgada en comparación con el discurso que pretende alcanzar. Me explico. Los ojos de Julia es un ensayo con aspecto de película de terror/suspense. Una especie de poema con giros y vueltas de tuerca sobre la subjetividad y la visión. Todo muy atractivo pero que por falta de ingenio, y (subrayo) a causa de su enclenque guión, nunca llega a transmitir la poética de gran obra que se creía sobre el papel. Refuerza la poca credibilidad del texto un casting de caras conocidas del teatro catalán, que a cada rostro que se descubre es un motivo mas para salirse de la narración y tener que hacer el esfuerzo de volver a ella. Eso sí, el actor Pablo Derqui ya da de que hablar, y dará de que hablar.
Belén Rueda, musa (o golpe de taquilla) del nuevo terror español
Respecto al resto del día destacar un cutre y hortera homenaje al gran Paul Naschy. Programado en la peor hora posible, las dos del mediodía, donde solo habían, seguramente, 200 interesados (en una sala de 1380 butacas), con un documental mas digno de una tele local, y un cortometraje que roza el delito en una práctica de escuela, y que se pasa de la raya en un homenaje dentro de un festival de la talla de Sitges. A continuación se ha proyectado La sombra prohibida (2010) de Jose Luís Alemán, continuación directa de La herencia Valdemar (2009), dirigida por el mismo, y que son los dos últimos films donde participó Paul Naschy. La película se deja ver cuando uno sabe que disfruta de carne de videoclub, pero con la suficiente lucidez de su realizador para hacerla entretenida, dentro de todo el absurdo (como lo son muchas películas de terror de culto de la Universal) en el que se construye esta oda lovecraftiana con mas amor que talento.
Paul Naschy: Maestro, licántropo, leyenda (siempre) viva de la historia del cine
Mañana mas, esto solo ha hecho que empezar, serán diez días muy largos, y lo mejor, con expectativas, aun está por llegar.
Fernando Pomares
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