viernes, 29 de octubre de 2010

Sorpresa radiofónica: Notas de cine

Hoy os quiero hacer una recomendación. Un programa radiofónico de cadena Ser llamado Notas de cine. Lleva sólo dos emisiones, cada viernes de 4 a 6 de la madrugada, y son dos horas amenas sobre la música, el cine y la música del cine.

Notas de cine consigue la difícil tarea de poner palabras a aquello que no tiene

Puede que un par de secciones sean un tanto irrisorias, como por ejemplo aquellas donde actores de cine hacen música propia, y poco tiene de interés cinematográfico, o que pueda "molestar" el chovinismo TCM (patrocinador del programa) que ejerce en exceso de columna vertebral en la selección, pero eso no implica que el ritmo del programa sea muy bueno, la selección musical fantástica y se utiliza el tiempo justo que necesita cada pieza, y por descontado lo mejor del programa, los interesantes comentarios de Antonio Martínez, un muy buen comunicador que comparte su amor por la cinefilia desde la proximidad.
La verdad me ha sorprendido, acostumbrado a los habituales programas de música cinematográfica, donde el único vínculo es el fetichismo por dicha música, en Notas de cine he encontrado un lugar donde aprender y escuchar historia audio(visual), sin ponderar a los maestros, sin excluir a los no tan conocidos. Una grata sorpresa que espero no sea fruto de la novedad. Espero que siga compartiendo con todos el placer por aprender y compartir.
Buena suerte con el programa a Antonio Martínez y a sus colaboradores.
Por cierto, para aquellos que las cuatro de la madrugada sea hora poco frecuentada, podéis acceder a los podcast desde el blog de Notas de cine, desde el cual también se explica con detalle cada programa.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Exit Through the Gift Shop: Marketing con crítica como excusa

Como comentaba en mi anterior artículo ya no es posible ninguna revolución, el sistema nos ha engullido, el sistema se adueña de todas las revoluciones. Si con La red social (The social network, 2010) era a través del cambio generacional y la variante en las relaciones sociales, ahora con Exit Trought the Gift Shop (2010) nos encontramos con un paradigma del arte/consumo donde nuevamente el sistema engulle cualquier lógica interna de cualquier crítica posible.
Banksy, director de este falso documental, es el artista urbano más mediático que hay hoy en día, y con esta película, por si alguien no le conocía, su nombre ha llegado al resto de los oídos. Nadie discute la calidad de su obra (no la película, sino sus graffitis, piezas plásticas, etc.), y lo mordaz que pueden llegar a ser, pero eso no exime que la realización de este (falso) documental, donde se narra la historia del contemporáneo arte urbano, sea en el fondo un anuncio muy largo de la brillantez de su director/artista. Toda la construcción de su figura es sumamente inteligente, desde el forzado anonimato por lo ilícito de su arte hasta lo fugaz y fortuito de sus obras y el proceso clandestino de criticar el mundo.

Banksy, la marca del producto

Con una primera parte donde hay un seguimiento de los procesos de creación de los artistas urbanos más relevantes (sin duda lo mejor de la película), la verdadera película empieza en su segundo tramo. Lo que plantea Exit Trought the Gift Shop es cómo una tendencia a querer cambiar el mundo con el arte - sin interés económico - se convierte en un producto. Para eso Banksy crea un personaje, un fan que sigue a todos los nuevos artistas urbanos, Thierry Guetta, y que acaba por convertirse en el pontífice de una mala lectura y como tergiversa el sentido nuclear de dicho arte, Thierry Guetta es el villano que hace del arte un mercado.
Puede divertir la comicidad de este patán artístico que triunfa desde la ignorancia y el golpe de talonario, pero en mi caso no entré en el juego al ver todo tan forzado - no olvidar que es una ficción construida y no un documento de lo real - ni me hizo gracia ni empaticé con la crítica. Más bien todo lo contrario, dirigí mi atención al demiurgo que ponía todas las piezas para darnos el mensaje, Banksy, quien siento como un divino que habla de todos y por todos, incluso de si mismo en tercera persona como el líder de un movimiento, y que, aunque gane millones de dólares con sus obras, su arte se basa en la crítica y no en el mercado. Su arte es puro tal y como lo concibió el primer día. Veo muy infantil hacer una película para llegar a esa conclusión, para plantear una justificación y que nadie pueda mirar como parte del mercado la crítica de estos multimillonarios con botes de graffiti. ¿Quién dice que las banalidades del payaso de Thierry Guetta no son en esencia las mismas del propio Banksy? ¿En qué momento se está en contra o dentro del sistema?

Thierry Guetta, un villano exagerado para justificar en la comparación

Es inevitable al hablar de la película hablar de la figura de Banksy más allá de la película. Estos días ha corrido por internet una de las últimas intervenciones "mordaces" del artista, unos títulos de crédito de Los Simpsons donde se muestran a niños chinos fabricando peluches de Bart con serrín de ratas trituradas y en que los osos panda cargan las mercancías de un lado para otro en una gran fábrica pestilente llamada Twenty Century Fox. De concepto es muy duro, pero a la práctica ¿no os parece pueril?, ¿no creéis que la FOX le permite todo este allanamiento en la propia morada sabiendo que eso le dará beneficio? ¿No es Banksy un peón más, una Janet Jackson enseñando su teta en la Superbowl creyendo que eso cambiará el mundo?
Fernando Pomares

lunes, 18 de octubre de 2010

The Social Network: Olimpo 2.0

Cada generación tiene sus palabras, sus iconos, un conjunto de referentes sociales que marcan tendencias y movimientos, formas de creer y descreer, caminos que se bifurcan en cada década hacia una nueva rebeldía que separa a los nuevos de los viejos nuevos. Pero algo que evidencia que el mundo no ha cambiado ni una pizca desde los primeros que se alzaron es la información que nos demuestra que todo tiene su segundo lado, su rincón oscuro, o la falacia en la que se sustentaba. Internet proporciona al mundo los datos, las opiniones y los nombres de todo aquello que antes era inalcanzable. No sólo nos aísla de nuestra sociedad socializándonos en extremo con ella, sino que en un aséptico mecanismo le ha dado al mundo el nihilismo suficiente para dejar de creer en cualquier posibilidad de creer, somos peones de unos dioses que nos dan la ilusión de escoger, somos la pieza que en el me gusta de facebook (por ejemplo) hemos cedido nuestra voluntad de poder cambiar nada.

Jesse Eisenberg es Mark Zuckerberg, creador de Facebook

La red social (The social network, 2010) es la respuesta natural al desamparo que se cuestionaba en el Last Days (2005) de Gus Van Sant. Una tragedia de altas esferas de niños idiotas con curriculums brillantes donde el poder y el éxito lo es todo. Lo inteligente de Aaron Sorkin (artífice y guionista de esta fantástica película) es darle un héroe a este universo, un hombre que se alzará por encima de los dioses, y como hombre sus aspiraciones en la vida son tan mundanas como inalcanzables - como debe ser dentro de una tragedia - haciendo del éxito un daño colateral. Sorkin crea, basado en la realidad, un Ricardo III veinteañero que esconde en cada una de sus acciones un misterio de celos que le imposibilita relacionarse con ninguna persona, convirtiéndose en paradigma del ser virtual en que todos llegaremos a ser.

Representación de la nueva generación

El vínculo Sorkin(guión)/Fincher(dirección) no podría ser más pertinente para la ocasión. La capacidad verbórrea de los diálogos de Sorkin son ejemplo del exceso de información e inteligencia del personaje pero que nos imposibilita acceder en su interior, como un muro de palabras que lo protegiesen. Por otro lado la extraordinaria narrativa de David Fincher se distancia en su perfección de lo emocional. Juntos crean una de las obras más importantes sobre la nueva generación que ya ha hecho cambiar las reglas de las relaciones. Es de admirar como dos adultos de 48 años hablan el lenguaje de los jóvenes sin caer en lo burdo, y no me refiero a la palabra, sino a todo aquello que da expresión a nuestra generación. Estoy convencido que muchos adultos mayores de 50 años no llegarán a comprender la secuencia final, donde la tecla F5 tiene un significado significante (valga la redundancia), y es clave para el desenlace emocional del protagonista.
Probablemente The social network es un film pequeño, no creo que vaya a cambiarme la vida, pero eso no implica que no sea una película enorme.
Fernando Pomares

domingo, 17 de octubre de 2010

Festival de Sitges (Conclusión)

Diez días de programación interrumpida. El Festival de Sitges concluye con un certamen marcado, como todo hoy en día, por la crisis. Muchas películas pequeñas (quizá demasiadas) en un certamen donde lo más destacable se encontraba en propuestas fuera del género de terror/fantástico y que, en general, eran films esperados por la reputación que precedía a sus realizadores.

Imagen del Festival

Películas como Piraña 3D (Piranha 3D, 2010) que nunca llegó a presentarse - por motivos X -, es un claro ejemplo de un año donde puede verse como el festival ha escatimado con la oferta, y se ha notado. Excepto cuatro o cinco películas no puedo sentirme entusiasmado por aquello que he visto, entre ellas reposiciones de Los Sueños de Akira Kurosawa (1990) y la versión remasterizada en alta definición de Metropolis (1927) de Fritz Lang. Del resto ya habéis podido leer mis preferencias en el transcurso de los días pasados. También disculparme por algunas de las vencedoras que no he llegado a ver (en más de las 40 películas que he visto en 9 días), pero la programación de Sitges es una lotería que te obliga a escoger, una apuesta de todo o nada. La mala fortuna acompaña cuando una película de sección oficial se solapa con la única proyección en una sala pequeña de un film que uno (en mi caso) esperaba con ansias desde hacía tiempo. Pero las recomendaciones que hace la organización de cada película es como un lázaro tramposo que quiere hacerte perder en sus propios intereses. Según los reportajes del diario del festival y el libreto de la programación (a veces únicos guías de películas totalmente desconocidas), cada una de las obras exhibidas es una pieza imprescindible de la contemporaneidad. Como comprenderéis, uno acaba por prescindir de cualquier recomendación oficial.

Auditori Meliá

Pero agradecer a la organización la oportunidad de acceder a cierto cine inalcanzable en una sala como el Auditori Meliá, aunque a veces es discutible el arbitrario reparto de películas que se proyectan en salas de pueblo (Retiro, Prado, las salas de la ciudad de Sitges que albergan el resto de la programación) o aquellas que tienen la fortuna de ser mostradas en lo que podría ser una especie de templo de lo audiovisual (Auditori Meliá). Con todo y eso (y el resto) es "fantástico" tener tan cerca un festival que sentimos (en Catalunya) como cotidiano, y es probablemente uno de los más grandes del país (por no decir el mayor, al menos, en interés).
Fernando Pomares

viernes, 15 de octubre de 2010

Festival de Sitges (08) Weerasethakul y su tío Boonmee

En el festival la cantidad de (no)cine que uno es capaz de ingerir es sorprendente. Narraciones ilógicas, plomizas, que no llegan a asomarse a la línea de lo digno, y que te hacen cuestionar si merece la pena la experiencia del bulímico espectador de tragar y tragar información audiovisual. Pero surgen de tanto en cuando películas - unas esperadas, otras sorpresas - que llenan cualquier vacío acumulado a lo largo de las horas. La ganadora de Cannes de la pasada edición, El tío Boonmee que recuerda sus vidas pasadas (Lung Boonmee raluek chat, 2010) de Apichatpong Weerasethakul, se ha presentado hoy en Sitges como premiere española y ha regalado un momento de paz a quienes hemos asistido - ya con ilusión - a su proyección.
Cine que puede exigir demasiado a su público, o más bien todo lo contrario (exige tan poco que a algunos no saben como leerlo). Una obra hecha para ser percibida y sentida desde el sosiego de un paseo, del tono de una luz o del murmullo de un bosque que susurra vida en cada uno de sus encuadres.

El hombre-mono, el hombre de la naturaleza mirando en la noche

El poema que crea Weerasethakul es una vez más una nueva puesta en escena sobre el vínculo entre el hombre y la esencia de la vida mediante la pureza en la naturaleza, y nuevamente contrapone estas sensaciones con el artificio de la vida contemporánea en la urbe, desde la religión a las relaciones humanas. Quizá su discurso peca de naïf (incluso de obvio), pero eso es sólo una pequeña opinión sobre un punto dentro de lo que es una joya fílmica.
Es sorprendente como Weerasethakul consigue que las ideas se perciban y no se piensen. A la vez que huye de la emoción para que eso no manipule a quien mira (y escucha) el film, pues su cine, cada vez más autoconsciente, es un proceso no definible de una subjetividad pasmosa. Un fluido que impregna al ser para luego desampararlo consigo mismo. Me enternece como la mano magistral del cineasta tailandés comprende su idea de la vida, y como me la hace llegar. Desestructura el relato insertando ilógicamente secuencias sobre cuentos populares, un inicio bello como pocos donde un ñu busca la libertad, o un encuentro familiar con espectros y seres fantásticos. Con todo ello Weerasethakul compone un fresco orgánico y atemporal en el que todo es uno, donde somos nuestros ancestros, nuestra cultura mística/mítica, el relato oral, nuestros sueños, la naturaleza, nuestros miedos... te hace comprender la vida, sin el bien y el mal, sin lágrimas forzadas ni risas impuestas, ni objetivos dramáticos o personajes de manual. En El tío Bonmee... no nos emociona su historia, ni hace falta, nos lleva a un estado como podría hacerlo, por ejemplo, Tarkovsky, pero con la mirada única de uno de los autores cinematográficos que (con esta obra) se han consagrado como una de las figuras más relevantes y únicas de nuestro tiempo (y no pretendo exagerar).

El encuentro familiar en la noche es una secuencia para enmarcarla (como muchas otras)

Puntualizar que la calidad técnica de la película (puesta en escena, encuadres, fotografía, sonido, montaje, interpretación...) son de una complejidad apabullante. Muchos podrían llegar a filmar como Hitchcock si se lo propusiesen, muy pocos tienen la sensibilidad y la capacidad para hacer lo que ha conseguido Apichatpong Weerasethakul con El tío Boonmee que recuerda sus vidas pasadas. (Y no malinterpretéis, no estoy diciendo que es mejor que Hitchcock).
Fernando Pomares

jueves, 14 de octubre de 2010

Festival de Sitges (07) Ángel Sala y su patraña

Nos la han colado. Nos han vendido el horror de los horrores, el nuevo escándalo de sadismo y perversión, un film creado por una mente retorcida no apto para mentes sanas y que quien lo vea (como dijo Ángel Sala) no querrá volver a verlo. En eso estoy de acuerdo, no pienso volver a ver A Serbian Film (Srpski film, 2010). El film polémico del año A Serbian Film es un engaño, una farsa que uno la ve por la regla de tres del "no mires dentro de la caja".

¿Depravación? En la cara, no en la cámara

Si otros años películas como Martyrs (2008) o A l'interieur (2007) se habían ganado el calificado de horror hardcore con cierta razón - pensar que el cine de terror es algo muy subjetivo y la percepción de cada uno varia en el grado de aceptación de lo que ve -, este año se ha hablado desde el inicio del Festival de Sitges de una película durísima que hacia de las anteriores algo caduco en razón de la nueva criatura creada para depravar. Pues nada, una vez vista y todo el pescao vendido A Serbian Film es más estafa que el episodio final de LOST. No es nada, es una tontería muy mal rodada con uno de los peores guiones que he llegado a ver en una pantalla cinematográfica. Pura basura digna de ser despreciada, que a uno, con estas ideas en la cabeza, le extraña que un festival por llenar una sesión haya rebajado su criterio vendiendo - a ciencia cierta - una cosa que no era.
Divertido resultaba los medios de comunicación esperando a la gente al salir de la sala para ver sus reacciones (querían noticia sabiendo que el año pasado con Martyrs hubieron desmayos y ambulancias), pero nada de nada, las risas de mofa eran las únicas protagonistas en la proyección. Incertidumbre ante el horror - no del horror que no existía - de película.
La trama es tan ridícula como inverosímil. Un actor porno retirado es contratado para hacer su última gran película por una millonada. Un guión secreto lleno de "misterio" le obliga a embarcarse en la película sin saber que va a hacer en ella. Una vez en el rodaje, y drogado con sustancias que le hacen comportar como un animal sin noción de la realidad, le llevan a violar, asesinar, maltratar hasta un final "sorpresivo" de máxima "redención" y "brutalidad". Que... ¿podría estar bien la película?, lo dudo, que... ¿podría ser algo mejor? seguro, siempre y cuando hubiese gente competente haciendo el producto.

Al principio parecía que había algo de psicológico en el film. Pero no, puro espejismo

Una de las escenas sonadas es la violación de un bebé recién nacido aún con restos de placenta. Sé que suena muy duro, pero todo es tan cutre que es como ver a un Power Ranger hablando con Max Von Sydow en El séptimo Sello.
Esta es la prueba que no son las imágenes lo que nos perturban, sino el uso de ellas. Que si una película nos angustia es porque nos lleva a un lugar al cual no queremos estar, que su director (y montador, y sonidista, y músico...) tienen la capacidad narrativa de girarnos emocionalmente hacia direcciones que nuestro pudor y ser no transita. Ese es el sentido de este cine, enfrontarnos hacia lugares prohibidos, hacernos vivir situaciones que rompan nuestros esquemas y nos obliguen a posicionarnos, y a aprender sobre nosotros mismos un poco más. Siendo de otro género, por ejemplo, el Hapiness (1998) de Todd Solondz, consigue que empaticemos con un pedófilo, que nos enamoremos con él de un niño pequeño jugando al béisbol, y que queramos que consiga dormir con somníferos a toda su familia para que pueda violar y sodomizar tranquilamente al niño durante la noche. Que alguien consiga que comprendamos a este personaje, y entendamos todo lo que hace (viviéndolo con él y sintiéndolo con él desde su perspectiva), eso es brillante, porque eso nos aporta experiencias, puntos de vista, lecturas del bien y del mal (dentro de nuestra cultura judeocristiana), romper con nuestros tabúes y sentirnos prohibidos en nosotros mismos. Una lección donde la única respuesta está en nosotros.

Personaje patológico. Digno del guión de un ejercicio de escuela

A Serbian Film ni se acerca a ser cine, mucho menos a poder acercarse a mí como espectador, y por descontado con la total imposibilidad de llegar a mi persona para comunicarme alguna cosa. Por todo ello critico al festival, y en particular a Ángel Sala, de estafarnos premeditadamente. La próxima vez que encuentren una película mejor para darle bombo y platillo y sirvan cosas como ésta a la una de la mañana para quien se pierda por accidente en una sala de cine.
Fernando Pomares

miércoles, 13 de octubre de 2010

Festival de Sitges (06) The Wild Hunt

Precedida por ganar el premio del público en el festival de Slamdance (el festival que ha recogido el verdadero espíritu de cine independiente que perdió Sundance), y con una galardón en Toronto a la mejor opera prima, llega a Sitges, casi sin ser mencionada, The Wild Hunt (2009) de Alexandre Franchi.
Hay guerra por el poder entre varios grupos tribales: celtas, vikingos y caballeros medievales, duendes, elfos y chamanes, pero no todo es lo que parece en The Wild Hunt. Una macro partida de rol en la actualidad agrupa a jóvenes y no tan jóvenes para jugar y recrear un universo medieval. Dentro de esta premisa que nos permite vivir una historia de aventuras y épica un joven tiene que formar parte del juego (sin quererlo) para recuperar a su novia secuestrada por el chaman de los celtas. Con buenas dosis de humor y un ritmo y una planificación perfectas, Alexandre Franchi se divierte con los freaks hablando en su clave y haciendo del rol una excusa para llevarnos siglos atrás, huyendo de la realidad mediante disfraces y nobles diálogos de caballeros y princesas.

El caballero con su princesa

Pero Franchi es más hábil de lo que parece, la seriedad como el terror aparecen a medida que nos encontramos más cerca del desenlace. Una suerte de reflejos entre lo real, lo imaginario, y lo real del imaginario, hacen un ménage à trois imposible de separar, porque Franchi se sustenta en las emociones de los personajes, y éstas, ambiguas, se realizan en estas tres dimensiones que se cruzan por fronteras invisibles llegando a situaciones de una sordidez que nos era imposible pensar al iniciar la película.
Una reflexión de lo personal que aparenta ser una curiosidad digna de convertirse en culto cinematográfico, pero que no se aleja de otras grandes obras sobre lo espectral del individuo y la necesidad que tiene de evadirse de su propio entorno y tiempo (como por ejemplo No county for old men de los hermanos Coen). Un poema que se abre en concepto y mensaje y que llega tan lejos en sus intenciones hasta tal punto que nos cuesta como espectadores juzgar que es correcto y que no lo es y en que momento acaba la épica y empieza lo mundano. Imprescindible.

La utilización de cierta iconografía le sirve a Franchi para cuestionar la ética de banalizar los símbolos

El último pase en el festival es mañana a la 01:00 de la madrugada en el cine Prado.
Fernando Pomares

martes, 12 de octubre de 2010

Festival de Sitges (5) Maestría nipona y sorpresa indie

Día muy completo en el festival, sin nada a descartar y con muchas cosas a tener en cuenta.

La batalla final demasiado larga, pero no ensombrece el talento de Miike.

13 asesinos (13 assessins, 2010) de Takashi Miike es la obra de alguien con mucho talento. Un realizador que tras dirigir más de 60 películas a sus 50 años ha consolidado una artesanía que puede leerse en cada una de sus últimas películas, pero que en esta 13 asesinos demuestra un oficio y una contundencia para narrar el relato magistrales, particularmente en su primera hora de arranque. Toda la presentación del drama y de los hechos son absorbentes y recuerda a Akira Kurosawa en cada encuadre y en cada pequeña decisión, como los movimientos de cámara los gestos de los actores o el uso de la música y la iluminación. Es en el desenlace, en una excesiva batalla final que dura más de media hora, donde, aún con brillantez formal, el relato pierde fuerza y se convierte en un cuadro impresionista de movimientos y golpes de catana tan efectivos como distantes en la dramática de los hechos. Un placer contemplativo que excede con la capacidad de goce de la hipérbole y desdeña la posibilidad de estar ante una obra maestra.

En cada plano Kitano encuentra su sentido y su esencia

Mucho más redonda es Outrage (2010) de Takeshi Kitano, que retorna al universo yakuza tras una época de meditación felliniana más destinada a sus devotos que a los cinéfilos. Con Outrage el autor nipón depura un estilo que ya dominaba a la perfección, como es el cine yakuza. Una historia llevada al minimalismo expresivo de pocos encuandres y mucha eficacia. Imagínense una película del maestro Fukasaku (cualquiera de la pentalogía de Batalla sin honor ni humanidad) filmada por otro de los grandes: Jean Pierre Melville. Pero no solo en ideas formales se nutre la película que busca en cada encuadre la esencia de éste y la necesidad de su función en el todo, es también en la historia donde hay la tranquilidad de aquel que domina tanto el lenguaje que aquello que puede parecer absurdo, un chiste y algo ilógico, se convierte a medida que avanza el film en un proceso trascendental de un cambio generacional yakuza. No sabría decir si es o no su mejor película, otras anteriores y de temáticas similares han producido mayores alegrías en mí, pero sin duda alguna, Outrage, es la primera que dirige con la calma de un maestro.

¿Aparentemente inofensivo? No os crucéis con su llave inglesa

Por último una película independiente estadounidense, Super (2010) dirigida por James Gunn, uno de los máximos responsables de algunos de los últimos títulos de la factoría Troma. No esperaba gran cosa, quizá por el hecho que la premisa es la misma que la irregular y fallida Kick-Ass (2010), pero escena a escena mi actitud ha cambiado radicalmente. Es un peliculón (salvando las distancias con las mencionadas anteriormente). Hay que tener en cuenta que es una producción real de cine independiente, con muy poco presupuesto donde los actores han trabajado gratis, pero en ese marco uno encuentra la estética elaborada, la puesta en escena y el guión donde se apoya exactos, y en conjunto todos los elementos que hacen de Super un 10 de película. Cine de falso superhéroe (tipo sin poderes con traje cutre de cómic que quiere hacer el bien por su cuenta) es en verdad una dura y enmascarada crítica al sistema en forma de fábula. Todo en ella deja huella, desde los duros golpes con la llave inglesa que este héroe propina a todo aquel que se salte una norma, a la mejor escena de sexo que he visto en tiempo. Lo mejor es que el discurso no se encuentra en las capas superiores sino que transita por debajo, entre lo increíble y horroroso de la propuesta y el humor que hace pensar que todo es una simple broma.
Fernando Pomares

lunes, 11 de octubre de 2010

Festival de Sitges (04) Día yanqui, sabor amargo

Brad Anderson, director de El maquinista (The machinist, 2004), vuelve por cuarta vez a Sitges con su último trabajo. Vanishing on 7th Street (2010) es la película que en este año mas me ha irritado. Aparte que su cadencia es desesperante, que cada acción y decisión va precedida de mil tropiezos y cientos de lágrimas y quejidos (totalmente agotador), es la estupidez de sus personajes lo que mas urticaria me produce. Idiotas, son muy idiotas porque Brad Anderson así los ha hecho. Son tan idiotas que pueden llegar a producir asfixia al espectador mas paciente. En este relato de terror la oscuridad absorbe el alma de las personas y sabemos desde buen inicio que aquellas sombras que se hacen pasar por las familiares desaparecidos de los protagonistas son siempre trampas mortíferas de la oscuridad, entonces, porqué los pocos que quedan vivos, caen una y otra vez en el equívoco de pensar que es la persona querida viva que les llama hacia el rincón mas oscuro de la pantalla. Ese es el único recurso que tiene Brad Anderson para crean situaciones de tensión, igual que un disco rayado. Os aseguro que ya no sabía como estirarme la piel de la cara para contrarrestar tanta tontería, menos mal que al final a uno se le ocurre que podrían hacer fuego (están sin baterías en las linternas desde el principio pero ALELUYA, el mechero funciona bien= 2 + 2 son 4, hagamos fuego para tener luz). Pero que le vamos a hacer, las cosas son como son.

John Leguizamo, está herido y tiene constantes dolores de cabeza.
Cada vez que avanza un metro necesita dos minutos de metraje

La otra propuesta yanqui del día ha sido el pequeño cambio de rumbo de James Wan, director de Saw (2004), que presentaba Insidious (2010). Historia de casa encantada con persona poseída que en su primera hora cumple su función a la perfección. Sorprende el dominio de Wan con los tiempos y los puntos de vista. La sensación de ver cine clásico de terror es mas que presente y los gritos y el suspense acompañan cada plano. Y aunque Wan se apoya una y otra vez en el golpe sonoro para crear el susto, la verdad es que consigue que la atención siempre se vaya hacia la idea opuesta donde surgirá la sorpresa. Un gran divertimento, una buena montaña rusa que se estrella estrepitosamente en su recta final (los últimos 30 minutos). Todo el buen gusto desaparece y es sustituido por un maquillaje excesivamente pobre en los fantasmas - especialmente en el demonio -. El ritmo se vuelve tosco y el recurso del sonido para impresionar acaba cansando, los elementos del guión siguen siendo atractivos hasta el final, pero la mano del realizador se vuelve torpe llevando la calidad del film a un nivel demasiado bajo para seguir teniendo cierto respeto por la historia. Toda una lástima, porque hasta dicho punto era un film fantástico.

Fantasmas a lo R.L. Stine en Insidious

Para aquellos que sienten que han tenido un coito interrupto con Insidious, os recomiendo que busquéis y os acerquéis a la genial The Sentinel (1977), que sin tener semejanzas argumentales con Insidious, comparten tonos e ideas formales, pero en el caso de ésta última con una resolución absolutamente antológica en el cine de terror. Una de las joyas desconocidas de las setenta.
Fernando Pomares

domingo, 10 de octubre de 2010

Festival de Sitges (03) De todo un poco

Algo que pretendo hacer cuando transito un festival es moverme por su películas desde la máxima ignorancia. No quiero saber nada de las películas, ni de sus argumentos, ni si en tal festival han dicho esto o si en tal pase previo han opinado eso. En los estrenos comerciales es casi imposible ver la película sin saber prácticamente todo lo que acontece en ella. Por ejemplo, aún no he tenido oportunidad de ver Enterrado (Buried, 2010) de Rodrigo Cortés, pero solo viendo trailers y leyendo críticas ya sé que sucede en cada uno de los giros argumentales, la puesta en escena, sus defectos, y sus virtudes; solo me falta saber si el protagonista vive o muere (y si su mujer sobrevive en manos del terrorista). Verdaderamente una lástima, se pierde mas de la mitad del encanto de que te cuenten una historia. Pero en un festival de cine todo cambia, aún uno es virgen de comentarios y necedades y se encuentra cara a cara con la obra.
Con El último exorcismo (The Last Exorcism, 2010) he tenido una grata sorpresa, diré mas, me ha encantado todo, excepto por un matiz. Es una pequeña película filmada como si fuera un documental, pero en el fondo una ficción que no esconde serlo, rodada con una sola cámara se crean situaciones de planos contra planos en tiempo real (algo imposible en el documental) y la película no esconde estas trampas, todo lo contrario, las explota en beneficio de la mejor narrativa posible para la historia. Esa es la virtud de El último exorcismo. La historia manda en un guión bien escrito con unas fantásticos actores, en especial el pastor Cotton Marcus (Patrick Fabian). Buen ritmo y misterio en un film de terror mas cercano al Carpenter de Halloween (1978) y al estilo de Polansky que al mítico William Friedkin con su El exorcista (The exorcist, 1973). Es en lo liviano del tono y en sus intenciones donde su director, Daniel Stamm, nos ofrece una buena película que crece escena a escena en brillantez hasta su extraordinario final que... (y aquí mi matiz) se precipita en correr demasiado cuando ya tiene toda la carne en al asador. El desenlace es un joya como idea pero necesitaríamos mas tiempo para sentir todo el miedo que comporta esa última secuencia en el conjunto de la historia.

La tensión crece en The Last Exorcism como quién no pide la cosa

Por otro lado una absoluta desilusión con lo último de Garri Bardin, un maestro de la animación rusa. El patito feo (The ugly dunkling, 2010) es un mal corto muy largo. Película de poco presupuesto que demuestra esta carencia económica en la constante de planos reutilizados para alargar la duración del metraje. Un guión que aún recuerda a las propuestas pro-soviéticas tan típicas de los realizadores de animación rusa (siempre protegidos y financiados por el estado) y que hoy en día hace mas tufillo a casposo que a nostálgico, o en el mejor de los casos a reivindicativo.

Garri Bardin y su equipo en el set de animación de El patito feo

Otra medio alegría ha llegado con Carne de Neón (2010) de Paco Cabezas. Partimos de la base que el señor Cabezas ha fusilado el estilo de Guy Ritchie y de Snatch: cerdos y diamantes (Snath, 2000). No tiene escrúpulos y copia todo lo que puede copiar. No hay un atisbo de originalidad en toda la película, dudo que un solo fotograma haya surgido de la inventiva de su realizador, pero como bien demuestra que sabe "plagiar", también demuestra que sabe escoger y dirigir a sus actores y darles un texto dinámico. La estructura dramática funciona como un engranaje, utiliza todas las herramientas narrativas a la perfección. Las relaciones de los personajes evolucionan bien junto a las tramas y conjuntamente aparece poco a poco un trasfondo emocional que nos dejará muy buen sabor de boca. Una buena película española que dentro de las copias (burdas) se disfruta desde el inicio hasta su final, sin titubeos, del humor a al drama, sin olvidar a sus personajes que son cuidados por el director con mucho cariño. Genial Ángela Molina.

¿Dejà vu? No, es Carne de Neón

Finalizo con Dispongo de barcos (2010) de Juan Cavestany, guionista de Los lobos de Washington (1999) y director de El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo (2004). Dispongo de barcos es una película - ya no diré arriesgada - experimental. Totalmente absurda, y 100% perceptiva. Está rodado con una handycam, sin iluminación ni microfonía, a pelo, cine mas que directo. Es todo un aquí lo quiero y aquí lo ruedo. De corta duración (sensata decisión) la película se deja ver, cosa loable con el tipo de obra que es, incluso, en los momentos con una cierta lógica en los diálogos, es entretenida y fresca. Pero lo interesante de lo que plantea Cavestany es el porqué de hacer esta película. Quizá, Dispongo de barcos, es una vía de escape, una huida hacia un sistema de financiaciones cada vez mas cerrado y difícil de acceder, un escapar de los mecanismos de producción interminables y tediosos que se llevan el alma de los cineastas hacia un limbo temporal hasta nueva hora cuando se concluye la película. Quizá los mas importante sea hacer cine, y no importa el cómo. Pero viendo la película de Cavestany uno no puede dejar de sentir envidia, pensar que fácil sería salir a la calle y contar una historia, que ilusionante tener una sala llena de personas esperando a ver que les cuentan. Qué bonito sería comunicar cuando se tiene la necesidad de hacerlo y tener la decisión para llevarlo a cabo.
Esto es todo por hoy. Mañana mas.
Fernando Pomares

viernes, 8 de octubre de 2010

Festival de Sitges (02) Buenas imágenes en malas palabras

La mañana no podía haber empezado mejor. Una agradable sorpresa en clave de cortometraje: United Talent Monster Agency (2010) de Greg Nicotero, quizá el maquillador mas importante de efectos especiales hoy en día en Hollywood. El corto es un simpático homenaje a los monstruos de los clásicos de la Universal, donde todos son miembros de una agencia que desarrolla el talento de las criaturas que a posteriori serán la inspiración para crear las míticas obras fílmicas que las representarán. El hombre lobo, Frankenstein, la criatura de la laguna negra... está rodado con un eficiente blanco y negro simulando ser el típico reportaje gubernamental propagandístico estadounidense, divertido, (mas o menos) original y resultón, consigue ser lo que quiere ser y uno disfruta nadando entre la mitomanía y la estructura de gags del film.

Uno de tantos entre los homenajeados en United Talent Monster Agency

A continuación la opera prima del hijo del siempre reivindicativo Costa-Gavras. Romain Gavras, que ya se ha hecho ver y escuchar con sus propuestas videocliperas para M.I.A. y Justice, especialmente con ese videoclip que era un cortometraje musicalizado: Born Free, en el que relataba, con mas efectismo barato que inteligencia, la persecución y exterminación de los pelirrojos en el Reino Unido. Ahora, con Nuestro día llegará (Notre jour viendra, 2010), repite ideas formales llenas de simple manierismo. Gavras estructura una obra-alegoría sobre la deshumanización del individuo en la Europa industrializada en esta road movie "cancerígena". Encabeza el reparto un convincente Vincent Cassel que interpreta a una especie de Don Latino, quien llevará al protagonista de la historia a dar un paseo sin retorno por un infierno llamado Francia. Las críticas hacia la sociedad, hacia las relaciones, y hacia la hipocresía y mediocridad francesas pueden funcionar si uno quiere aceptarlas como tal (en la película), pero Gavras, trata de llagar mas lejos inflando su film en un discurso demasiado multilateral, intentando darle complejidad y una cierta imposibilidad para cerrar el discurso que a mí, personalmente, me ha obligado, con los continuos giros arbitrarios de sus personajes, a dejar de pensar en aquello que la película quería ofrecerme. He tenido la sensación de estar viendo una gamberrada de Richard Lester pero sin The Beatles y sintiendo demasiado en serio sus ideas.

Vincent Cassel, un pelirrojo extasiado de su realidad

Pero hoy toda la atención recae en Agnosia, la esperada película de Eugenio Mira (The Birthday, 2004) y que produce Telecinco. Si es cierto que Agnosia es mucha mas mediocre en ideas, que por ejemplo Los ojos de Julia - de la que hablamos ayer - , pero también es verdad, en el caso que el film no funcione - como es el caso - que el tortazo no sea tan sonado. A menos pretensión menos dura será la caída.

La Barcelona victoriana de Eugenio Mira

El film de Mira tiene una factura impecable, un buen casting, una buena banda sonora del propio director (en verdad Eugenio Mira concurre mas la composición musical para cine que la realización), es en todos los sentidos (perceptivos) una buena película. Pero maldita la hora cuando alguien dijo que lo mas importante en una película era un buen guión, parece que a todo el mundo se le olvida este detalle antes de embarcare en una superproducción. Puede que al principio la corriente narrativa de telefilm de BBC pueda arrastrarte al entretenimiento pero, una vez concluyen las premisas y nos adentramos en el meollo, el aburrimiento pesa, y mucho, llegando ya extasiados con mil posturas en la butaca a un desenlace cursi y gratuito que desarma por completo cualquier idea de estructura argumental. Reconocer a Eugenio Mira el talento de pensar en la puesta en escena con bastante inteligencia, dando a la obra un look atractivo, y ofreciendo mucho mas brillo al envoltorio de una película cuando en el fondo es mucho mas barata de lo que aparentan sus imágenes. Dadle un buen guión y seguro que hará una gran película, estoy convencido.
Fernando Pomares

jueves, 7 de octubre de 2010

Festival de Sitges (01) Muy a gusto, pero primera cojera

Ya ha empezado. Un año mas el festival de Sitges llega para darnos mucho cine, muchas horas de tedio - tedio servido y recibido con mucho gusto - y muchos momentos de fantásticas sorpresas. Todo bien mezclado y con ganas de vivir 10 días cinefílicos. Sin duda el festival de Sitges es un regalo.

Una de las mejores salas de cine que he pisado en mi vida

Como en cada edición, y cada vez con mas personalidad, la programación del festival disfruta de una condición ecléctica digna de admiración, contando con la selección de cine de género, emblema y sentido de la fiesta, pasando por las propuestas mas radicales de las nuevas autorías europeas, o el cine de animación mas exquisito y variado, hasta las propuestas asiáticas mas descabelladas, el festival de Sitges proporciona un surtido de películas que en muchos casos son oportunidades únicas de ser exhibidas en una sala española, y en casos particulares en una sala tan extraordinaria como la del Auditori del Hotel Meliá. Pero mas allá de sus virtudes no todo es positivo en el festival. En su primera jornada ha cojeado con sus dos premieres principales del día.
Los ojos de Julia (2010) de Guillem Morales, no convence. La propuesta del film funciona e interesa, pero se sustenta en un conjunto de equívocos que pueden con los elementos de interés. El mayor problema que le encuentro a la película, aparte de que el guión flojea en muchos de sus diálogos sobreexplicativos, es que la retórica de la película no es lo suficientemente arriesgada en comparación con el discurso que pretende alcanzar. Me explico. Los ojos de Julia es un ensayo con aspecto de película de terror/suspense. Una especie de poema con giros y vueltas de tuerca sobre la subjetividad y la visión. Todo muy atractivo pero que por falta de ingenio, y (subrayo) a causa de su enclenque guión, nunca llega a transmitir la poética de gran obra que se creía sobre el papel. Refuerza la poca credibilidad del texto un casting de caras conocidas del teatro catalán, que a cada rostro que se descubre es un motivo mas para salirse de la narración y tener que hacer el esfuerzo de volver a ella. Eso sí, el actor Pablo Derqui ya da de que hablar, y dará de que hablar.

Belén Rueda, musa (o golpe de taquilla) del nuevo terror español

Respecto al resto del día destacar un cutre y hortera homenaje al gran Paul Naschy. Programado en la peor hora posible, las dos del mediodía, donde solo habían, seguramente, 200 interesados (en una sala de 1380 butacas), con un documental mas digno de una tele local, y un cortometraje que roza el delito en una práctica de escuela, y que se pasa de la raya en un homenaje dentro de un festival de la talla de Sitges. A continuación se ha proyectado La sombra prohibida (2010) de Jose Luís Alemán, continuación directa de La herencia Valdemar (2009), dirigida por el mismo, y que son los dos últimos films donde participó Paul Naschy. La película se deja ver cuando uno sabe que disfruta de carne de videoclub, pero con la suficiente lucidez de su realizador para hacerla entretenida, dentro de todo el absurdo (como lo son muchas películas de terror de culto de la Universal) en el que se construye esta oda lovecraftiana con mas amor que talento.

Paul Naschy: Maestro, licántropo, leyenda (siempre) viva de la historia del cine

Mañana mas, esto solo ha hecho que empezar, serán diez días muy largos, y lo mejor, con expectativas, aun está por llegar.
Fernando Pomares

sábado, 2 de octubre de 2010

Machete: Mexican Madness

En el 2007 Tarantino y Rodríguez proponen un homenaje reescribiendo en formato de cine mainstream las proyecciones de doble sesión de cine Z. Unas reformulaciones fabulosas que en clave postmoderna aportaban una dimensión autoral al cine basura. En el caso de Death Proof (2007) Tarantino dejó colgado a Rodríguez construyendo un joya de puesta en escena y saliéndose puramente por la tangente. Por lo contrario, el Planet Terror (2007) de Rodríguez era una gamberrada alocada que se servía del formato grindhouse para homenajear el universo zombie, pero no tanto en clave Z, si no mas bien como una analogía descreída de dicho universo. Ahora, tres años después, y sirviéndose como fuente de inspiración con uno de los trailers falsos que precedían al proyecto anterior, Rodríguez firma su mejor película, Machete (2010).

Danny Trejo. Inexpresivo, malo, duro...un hombre. Machete

Es en toda regla un bodrio cinematográfico de máxima calidad, un absurdo narrativo y actoral que en unos 100 minutos viaja del éxtasis al aburrimiento, donde la trama no ofrece ninguna reflexión y el mayor placer es encontrar con la mirada los pezones de Lindsay Lohan bajo su melena. Machete es exactamente lo que fueron sus anteriores, cine basura donde la calidad la pone quien mira desde la butaca de cine.
Una banda sonora fantástica del propio Rodríguez inunda esta pieza de coleccionista, una rareza del explotation (¿quizá taco explotation?) que lleva a lugares inhóspitos la verdadera mirada que se intuía en El mariachi (1992) o Desperado (1995) y que el propio Rodríguez ha ido perdiendo en cada producto hollywoodiense. Cine mejicano puro y duro dentro de los Estados Unidos - no sé como les sentará la película a ellos -, donde los actores norteamericanos solo sirven para reventar su propia iconografía ¡Impresionante Lindsay Lohan! Cine para hombres, insulto para mujeres. Una aberración para disfrutar de los órganos de los cadáveres desmembrados y gozar del tipazo de sus actrices, todas ellas dispuestas a ser poseídas por un Danny Trejo en plena (e inexpresiva) forma.

El mejor icono de Machete, Lindsay Lohan haciendo de si misma en versión cómic

Don Johnson, Steven Seagal, Robert de Niro, Jessica Alba, Michelle Rodriguez... todos ellos son las herramientas de un mejicano que quiero hacer el antiblockbuster palomitero en casa de los yankies, que sin darse cuenta ha hecho un pequeño trozo de historia, un cine extinguido y que ha tenido el mal gusto de hacerlo tal y como tenía que hacerse. Un pequeño gran cine para paladares muy exquisitos, o quizá todo lo contrario.
Fernando Pomares