Nos la han colado. Nos han vendido el horror de los horrores, el nuevo escándalo de sadismo y perversión, un film creado por una mente retorcida no apto para mentes sanas y que quien lo vea (como dijo Ángel Sala) no querrá volver a verlo. En eso estoy de acuerdo, no pienso volver a ver A Serbian Film (Srpski film, 2010). El film polémico del año A Serbian Film es un engaño, una farsa que uno la ve por la regla de tres del "no mires dentro de la caja".
¿Depravación? En la cara, no en la cámara
Si otros años películas como Martyrs (2008) o A l'interieur (2007) se habían ganado el calificado de horror hardcore con cierta razón - pensar que el cine de terror es algo muy subjetivo y la percepción de cada uno varia en el grado de aceptación de lo que ve -, este año se ha hablado desde el inicio del Festival de Sitges de una película durísima que hacia de las anteriores algo caduco en razón de la nueva criatura creada para depravar. Pues nada, una vez vista y todo el pescao vendido A Serbian Film es más estafa que el episodio final de LOST. No es nada, es una tontería muy mal rodada con uno de los peores guiones que he llegado a ver en una pantalla cinematográfica. Pura basura digna de ser despreciada, que a uno, con estas ideas en la cabeza, le extraña que un festival por llenar una sesión haya rebajado su criterio vendiendo - a ciencia cierta - una cosa que no era.
Divertido resultaba los medios de comunicación esperando a la gente al salir de la sala para ver sus reacciones (querían noticia sabiendo que el año pasado con Martyrs hubieron desmayos y ambulancias), pero nada de nada, las risas de mofa eran las únicas protagonistas en la proyección. Incertidumbre ante el horror - no del horror que no existía - de película.
La trama es tan ridícula como inverosímil. Un actor porno retirado es contratado para hacer su última gran película por una millonada. Un guión secreto lleno de "misterio" le obliga a embarcarse en la película sin saber que va a hacer en ella. Una vez en el rodaje, y drogado con sustancias que le hacen comportar como un animal sin noción de la realidad, le llevan a violar, asesinar, maltratar hasta un final "sorpresivo" de máxima "redención" y "brutalidad". Que... ¿podría estar bien la película?, lo dudo, que... ¿podría ser algo mejor? seguro, siempre y cuando hubiese gente competente haciendo el producto.
Al principio parecía que había algo de psicológico en el film. Pero no, puro espejismo
Una de las escenas sonadas es la violación de un bebé recién nacido aún con restos de placenta. Sé que suena muy duro, pero todo es tan cutre que es como ver a un Power Ranger hablando con Max Von Sydow en El séptimo Sello.
Esta es la prueba que no son las imágenes lo que nos perturban, sino el uso de ellas. Que si una película nos angustia es porque nos lleva a un lugar al cual no queremos estar, que su director (y montador, y sonidista, y músico...) tienen la capacidad narrativa de girarnos emocionalmente hacia direcciones que nuestro pudor y ser no transita. Ese es el sentido de este cine, enfrontarnos hacia lugares prohibidos, hacernos vivir situaciones que rompan nuestros esquemas y nos obliguen a posicionarnos, y a aprender sobre nosotros mismos un poco más. Siendo de otro género, por ejemplo, el Hapiness (1998) de Todd Solondz, consigue que empaticemos con un pedófilo, que nos enamoremos con él de un niño pequeño jugando al béisbol, y que queramos que consiga dormir con somníferos a toda su familia para que pueda violar y sodomizar tranquilamente al niño durante la noche. Que alguien consiga que comprendamos a este personaje, y entendamos todo lo que hace (viviéndolo con él y sintiéndolo con él desde su perspectiva), eso es brillante, porque eso nos aporta experiencias, puntos de vista, lecturas del bien y del mal (dentro de nuestra cultura judeocristiana), romper con nuestros tabúes y sentirnos prohibidos en nosotros mismos. Una lección donde la única respuesta está en nosotros.
Personaje patológico. Digno del guión de un ejercicio de escuela
A Serbian Film ni se acerca a ser cine, mucho menos a poder acercarse a mí como espectador, y por descontado con la total imposibilidad de llegar a mi persona para comunicarme alguna cosa. Por todo ello critico al festival, y en particular a Ángel Sala, de estafarnos premeditadamente. La próxima vez que encuentren una película mejor para darle bombo y platillo y sirvan cosas como ésta a la una de la mañana para quien se pierda por accidente en una sala de cine.
Fernando Pomares