domingo, 15 de agosto de 2010

The Expendables: Mitología en testosterona pura

Me pregunto cuánto le debemos a telecinco por horas y horas de Demolition Man, Blanco Humano ,Depredador, Comando, Alerta Máxima I y II, Máximo Riesgo, La jungla de cristal (I y II particularmente), Desafío Total, Soldado Universal, las de Charles Bronson a las 2 de la mañana... cuántas mujeres e hijas muertas que reclaman venganza, cuántas hijas secuestradas por un villano que tiene las horas contadas, cuánta patología narcisista de buenos y malos, cuánto machismo de asteroide, cuántas con cuerpos de top model playboy especializadas en ingeniería biomolecular, cuántos pandilleros inocentes que no saben con quien se metían, cuánto, cuánto, cuánto... cuánto que se fue y ya no vuelve, un cine que nos ha dado tanto entretenimiento como buen oficio y ha sido sustituido por fórmulas videocliperas despojadas de cualquier mitología y excusa narrativa mínimamente coherente que permita al protagonista hacer el recorrido del héroe. Ese cine de VHS ha muerto, ¿o no?

Uno de los mejores momentos de The Expendables

Hay que admirar muchas cosas de Los Mercenarios (The Expendables, 2010) - por cierto, fantástico título original que significa en castellano "los fungibles", aquellos que se gastan con el uso -. El mero hecho de querer hacer una película de acción testosterónica al más puro estilo de cine de finales de los ochenta ya es todo un mérito, un mérito por no querer reinventar el subgénero sino por llevarlo tal cual era a la pantalla. La autoparodia que baña gran parte de la película es muy sana pero no destiñe en absoluto los grotescos y fascinantes cuerpos y rostros de estos mercenarios que se dedican a matar soldados suramericanos como quien come cacahuetes sin mirar el plato. La aparición de un cada vez más grande Mickey Rourke da chispa a una atonal película emocional, su pequeño monólogo es fantástico, y el plano contra plano Stallone-Rourke, es una de las situaciones vallinclanescas más botoxianas que ha dado la historia del cine.
100 minutos que pasan volando para este falso remake de Grupo Salvaje (The Wild Bunch, 1969), donde uno podría achacarle la falta de inventiva estética, una carencia dentro de las supuestas virtudes de Sylvester Stallone. No es lo mismo un film de acción dirigido por John Mctiernan, Renny Harlin o Paul Verhoeven entre otros, que por la sosería estética de Stallone. Eso sí, la película es un puñetazo seco en el pecho, respeta la acción física y la forma de filmarla sin trucos ni trampas, y se disfruta, y mucho.

Stallone superando a la realidad

Quizá el mayor problema que le encuentro, y es algo habitual en el cine de acción contemporáneo, es la cualidad de superhéroes que tienen sus héroes de acción. No hay rasguños, no hay daño, y prácticamente no hay peligro de muerte. Eso, dentro de la dramática de la narrativa es una red de protección demasiado evidente que le priva de emoción al asunto. Pero bueno, si le sumamos chica guapa, tiros, malos malísimos, mucho músculo, explosiones a tutiplén y una subtrama de buddy films entre Stallone y Statham, ¿qué más queremos? Pues la segunda parte (que ya se está preparando).
Fernando Pomares

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