jueves, 29 de julio de 2010

Gandules 2010/ toma 2: Little Fugitive

Como bien dijo Truffaut, y como bien recuerda la organización de les Gandules en la cita de la película, "Nuestra Nouvelle Vague nunca hubiera existido sin Little Fugitive".
Es muy interesante como la modernidad francesa encabezada por los nuevos críticos que dieron lugar a la Nouvelle Vague crearon un vínculo entre el cine norteamericano y el futuro cine francés, un vínculo que poco a poco daría lugar a una relación que se nutriría mutuamente. La consolidación por parte de estos jóvenes franceses como arte de aquello considerado por sus propios creadores como artesanía y oficio replanteó y reubicó la cinematografía de muchos hacía unas líneas cada vez más visibles y modernas. El propio Ford, Preminger, Lang, Ritt... muchos de aquellos que sirvieron para formar a la Nouvelle Vague fueron los que se modernizaron gracias a sus aprendices, se volvieron más maduros y complejos mediante la mirada radical que se extendería por Europa gracias a los nuevos cineastas. Little Fugitive (1953) es un film que huye de este continuismo cinematográfico, es un film único que construye plano a plano un paradigma que en el futuro veremos hasta la saciedad, a veces en grandes películas, otras en casos más desafortunados, pero ninguno con la fuerza y la frescura de éste.

Fotograma de Litlle Fugitive

Little Fugitive es la ópera prima de tres cineasta: Morris Engle, Ray Ahsley y Ruth Orkin, quienes solo harán, en el caso de Engle y Orkin, un film más conjuntamente, y luego, en solitario Engle, un último film. Ray Ahsley no realizó nunca más un film aparte de éste.
Pero este film dotado de una gran carga de realidad estética no bebe su influencia directamente del cine, de películas que abordaron la realidad como las del neorrealismo, o de films franceses como París bajos fondos (Casque d'or, 1952) rodada el año anterior. Little Fugitive es una película puramente fotográfica, un relato narrado por tantas fotografías como planos hay montados. Cualquier iluminador o fotógrafo debería ver este film sólo por la belleza que encierran sus planos uno a uno. Un retrato de la América "feliz" de las clases sociales medias, sin cuestionar aparentemente nada, sin juicios ni lecturas, únicamente fotografiar la realidad mediante la aventura de este pequeño fugitivo que deambula durante 24 horas por Coney Island.
Casualmente en esta película está una de las secuencias que más admiro, un breve momento donde el niño se sube al tiovivo, una secuencia bella, compleja, que gracias a unos planos de la caja de música que sonoriza el tiovivo nos angustiamos de la irrealidad que vivo el niño según sus aspiraciones, un sueño de plástico y una proyección de sus miedos y errores a través de las figuras adultas que decoran el carrusel. Cada gesto del pequeño actor nos aporta información, un discurso simbólico sobre la inocencia y la ironía de la realidad de este niño que se convierte en adulto - sin saberlo - durante un día.

Richie Andrusco, él sólo hace de éste un gran film

Film urbano, quizá el primer western urbano, que a medida que avanza el film el espacio va cobrando importancia para ser el verdadero compañero del protagonista en esta fábula sobre la soledad, donde un brillante Richie Andrusco - el actor que interpreta magistralmente al pequeño fugitivo Joey Norton - nos lleva de la mano en esta historia de pequeños detalles a medio camino entre la ficción y el documental.
Fernando Pomares

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