El cine japonés, hará unos ocho años, llegó a Europa para irrumpir en la monotonía de una postmodernidad que ya no daba mucho más de si, y asumimos como una bocanada de aire fresco los cánones de un cine que en su normalidad nos ofrecía nuevas fórmulas para ver y sentir las historias. Sucedía igual en 1950 cuando Rashomon de Akira Kurosawa fue la perla que iluminó al festival de Venecia y abrió las puertas de ese país tan lejano para occidente, una cinematografía que había crecido aprendiendo de los maestros hollywoodienses pero desde una cultura y una mirada totalmente distinta. Occidente, hoy en día, necesita y utiliza las cinematografías aquí minoritarias para seguir creciendo, cinematografías tan explosivas como irregulares, llenas de virtudes como de errores, pero dotadas de una libertad que aquí, dentro de los reglas del clasicismo, estrangulamos la narrativa en pos del conservadurismo.
Ahora con la marea más tranquila después de un extremo fetichismo por la cultura asiática al principio del 2000, megatérmino que aún me cuesta abarcar pero que tanta gente utiliza, surgen de tanto en cuando joyas que despuntan sobre el resto, normalmente pequeñas películas que sin ser conscientes llegan mucho más lejos que aquellas que están planteadas y preestablecidas para triunfar y cambiar el cine. Love Exposure (Ai no mukadashi, 2008) es una de ellas.
Iconografía cristiana en Love Exposure
Cuatro horas de película que se suceden minuto a minuto sin que el espectador se percate de ello, cuatro horas llenas de simbolismos, historias cruzadas, juegos de fetiches, influencia del universo del cómic y del anime, procesos de alquimia dignos del mismo Godard (pero con la suerte de la naturalidad, del accidente), bellas alegorías fundadas desde lo vulgar como ese aprendizaje del protagonista para hacer mejores fotografías de las bragas de las chicas y así encontrar a la virgen María; una amalgama de color, estilos, propuestas, giros, rupturas... tan exagerada, que solo la palabra libertad puede resumir el acto creativo de este film.
Un film que no deja de ser una historia de amor, una historia de amor como las de siempre, pero añadiendo por en medio travestimos, fanatismo religioso, artes marciales, pandillas callejeras, cine adolescente, manga, drama familiar, y mucho más. Una historia de amor puro donde el protagonista en un acto penitente le promete a su madre moribunda llegar al nivel más alto de enamoramiento con el modelo más alto de mujer para ser digno de su propia madre, un proceso de redención y vuelta al origen, un film barroco en contenido que acaba brillando por su esencialidad.
Fotograma de Love Exposure
El director, Sion Sono, que ya se dio a conocer con la irregular El club del suicidio (Jisatsu Saakuru, 2002), se engrandece con Love Exposure dándole al medio digital una gramática visual propia, un film expresionista que mediante la pobreza de medios, en el fondo no deja de ser un film muy barato, nos ofrece los elementos básicos para comprender esta rica y extraña propuesta.
Love Exposure es una película qué más allá de la afinidad que pueda o no tener con el espectador es de obligado visionario, una película que combina perplejidad y calidad a la par, y hoy en día, lo perplejo no está a la orden del día, y mucho menos si nos hace disfrutar y nos emociona.
Love Exposure este julio ha sido editada en España en DVD.
Fernando Pomares
Favor por favor.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=EkqczsLZd1I&feature=related
P.d. "Love Exposure es una película qué más allá de la afinidad que pueda o no tener con el espectador es de obligado visionario,..." ;-)