viernes, 23 de julio de 2010

La mirada de Gus Van Sant: Alan Clarke y Béla Tarr

Durante este mes de julio en la filmoteca de Barcelona se ha podido disfrutar, y aún se puede, de toda la filmografía del (casi) siempre interesante Gus Van Sant. Un cineasta de estilo propio y conducta bipolar que ha transitado tanto el cine comercial como el experimento narrativo. Una de las miradas estadounidenses que más se preocupa de su realidad, y utiliza el cine como herramienta para reflexionar sobre ello.

Gus Van Sant

Apreciado por la crítica en sus inicios por su estilo indie Gus Van Sant se ha convertido, gracias a su trilogía (Elephant, Gerry y Last Days) y su film Paranoid Park, en uno de los directores más radicales y admirados - probablemente junto a Lynch - de su país. Un enfant terrible de 58 años que propone soluciones narrativas y artísticas en sus películas que suscitan al intelecto mediante recursos formales extremos (puesta en escena, sonido y montaje).
Entre todas las cualidades de Van Sant, que son muchas, quisiera destacar una de ellas, más bien diría su principal cualidad que le ha llevado a su éxito actual, que es la del reciclaje fílmico. Si bien Tarantino arma sus películas de pedazo en pedazo creando una oda a lo fílmico y le da un nuevo sentido a los elementos, el papel de Van Sant sería el de popularizar el genio de otros cineastas. Aunque suene extraño el término popular en un cineasta de minorías como Gus Van Sant, tiene un sentido proporcional si lo comparamos a los dos pilares que han dado forma a su estilo más reciente. Alan Clarke y Béla Tarr.


Fotograma de Last Days

Alan Clarke es un cineasta británico que dirigió varias películas de crítica social durante la década de los setenta y ochenta, la mayoría producidas y emitidas por la BBC, proponiendo y abofeteando al espectador con fórmulas narrativas fronterizas al experimento que llevaban la reflexión directamente a la entraña. Cine directo, duro y seco, donde el gobierno de Margareth Thatcher y la pasividad de la sociedad inglesa eran la diana de todos los dardos. Gus Van Sant, utilizó como inspiración y/o copia para construir su visión de los crímenes de un instituto, la obra maestra del mismo nombre Elephant (Elephant, 1989), donde Clarke muestra durante 40 minutos un seguido de crímenes muy parecidos entre ellos, todos similares por largas caminatas por pasillos interminables y viendo una y otra vez la espalda de los asesinos caminando en una impasibilidad pasmosa, idéntico a la versión de Gus Van Sant de 2003, pero que en este caso se le añade una narración y un conjunto de historias que armonizan y hacen más llevadera la idea que ya nos mostró Clarke.

Fotograma de Elephant (1989) de Alan Clarke


El segundo cineasta a tener en cuenta es el húngaro Béla Tarr y su poético film Las armonías de Werkmeister (Werkmeister harmóniák), cuya influencia en Van Sant revolucionó su cine dilatando aún más sus tiempos y haciendo más robustos algunos planteamientos que se podían intuir entre líneas. Gerry (Gerry, 2002) no deja de ser una excusa para poder jugar con aquello que fascinó al director americano del estilo libre y contemplativo del cine de Tarr. Mediante esta influencia el sonido en el cine de Van Sant cobra una dimensión tan poderosa que tanto en la hipnótica Gerry como en la compleja y abstracta Last Days (Last Days, 2005) se empezará a dibujar los códigos de una mirada más pendiente de la dimensión artística (contemporánea) que de la narrativa clásica.

Fotograma de Las armonías de Werkmeister de Béla Tarr

Gus Van Sant tanto en Last Days como Paranoid Park (Paranoid Park, 2007) dio el primer paso de un cine que piensa desde su figura para modernizarse, un cine que reflexiona sobre los tiempos, los lugares, los sonidos, las imágenes y en conjunto su contenido, un cine que continúa la reflexión - y su puesta en práctica - de la propia esencia del medio, un cine vivo que le debe a la mirada de dos europeos, uno hermenéutico, el otro poético, para ser base de un nuevo camino que no deja de ser la prolongación que muchos otros habían seguido.

Fernando Pomares

1 comentario:

  1. En la filmoteca de valencia tambien han hecho un ciclo Gus Van Sant, pero solo he podido ir a ver dos: la de Mi idaho privado y Todo por un sueño. Creo que la primera esta algo sobrevalorada, no me esperaba trozos de una obra de Shakespeare en algo que en el fondo no tiene mucho que ver con el dramaturgo y Keanu Reeves no da la talla. En cambio, la de Nicole Kidman ha aguntado bastante bien el paso del tiempo (!y no recordaba que habia un cameo final de David Cronenberg!).

    Soy Raúl C.C
    :P

    ResponderEliminar