martes, 20 de julio de 2010

Shyamalan: cine fuera de tiempo

El 6 de agosto se estrena The Last Airbender de M. Night Shyamalan, y la crítica ya ha demolido en su estreno estadounidense cualquier pilar que sostuviera el nuevo film de este particular cineasta. Del film no puedo hablar porque no he tenido la suerte de verlo, pero si quisiera escribir sobre esta extraña relación que existe entre el espectador contemporáneo (gran parte de la crítica cinematográfica inclusive) y el cine de Shyamalan. Por mi parte, poniendo las cartas sobre la mesa, me considero seguidor acérrimo de su narrativa y de sus películas.

M. Night Shyamalan

Al principio, cuando paso a paso descubríamos conjuntamente a este cineasta, un sentimiento de perplejidad me invadía. Después de ver El protegido (Unbreakable, 2000) quizá su film mejor valorado, mucha gente que me rodeaba no acaba de gustarle la película. Tras Señales (Signs, 2002) crítica y público se mofaba de una obra que yo consideraba apasionante y cargada de una exactitud que incluso los más grandes de Hollywood habían perdido, como Scorsese, Spielberg o los Coen. No comprendía, a Woody Allen se le perdonaba, incluso se alababa, cualquier nadería, cada año surgían 10 obras maestras que cambiarían el curso de la historia del cine y que al año siguiente ya estarían olvidadas, y en medio de todo esto Shyamalan seguía siendo el foco de todos los chistes, llegando al extremo, para ser justos, al colmo, de la mediocridad de la crítica cinematográfica, cuando en el estreno de La joven del agua (Lady in the Water, 2006) se consideró el peor film del año. En El incidente (The Happening, 2008) ya asumiendo el rol de Shyamalan dentro de la actitud crítica me sentía a gusto leyendo las crónicas peyorativas reclamando que Shyamalan abandonara la práctica cinematográfica, me sentía como un cruzado, que junto a otros pocos más, comprendíamos una poética que cincuenta años atrás se hubiera considerado de maestra digna de la mirada y del talento de una pieza clave de la historia cinematográfica.

Fotograma de Señales

El incidente no deja de ser una relectura hermosa de la obra de Hitchcock Los pajaros (The birds, 1963) con apuntes estilísticos de la modernidad francesa y ciertas construcciones del mejor Resnais. La joven del agua, pausada, introspectiva y sentida, es una fabula que rompe moldes genéricos, un cuento de hadas incatalogable donde te sumerges a lo más niño que haya dentro de ti. El bosque (The Village, 2004) reinventando en una historia de amor las imágenes de Dreyer. Ya no hablar del uso de la puesta en escena, algunas de las más importantes bandas sonoras de la última decada de la mano de James Newton Howard, como la de El bosque o la misma La joven del agua. El diseño sonoro evoca constantemente a la primera persona y al fuera de campo transportando exactamente al espectador a la piel del protagonista, y sus guiones, lo más criticado sin duda alguna, llenos de inocencia e infantilismos, como aquellos que aún nos maravilla de aquellos años cincuenta y sesenta de la serie B americana e inglesa, que formando grano a grano un film ingenuo insufla vida a una redención adulta y compleja.
Esto es solo, para mí, un pequeño acto de justicia ante lo que creo que es un gran cineasta, un cineasta que aunque nos pueda gustar o no estrenará su último film el 6 de agosto y eso siempre es una oportunidad. Con Shyamalan presiento una cierta magia, lo que debía ser ir a un estreno de un Hitchcock, de un Wise, de un Tourneur, y descubrir una maravilla cinematográfica.
Pero hoy en día, si se estrenase Night of the Demon de Tourneur, The body snatcher de Robert Wise o incluso Los pájaros de Hitchcock, ¿qué creéis que escribiría la crítica?
Yo lo tengo muy claro.

Fernando Pomares

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo con que Shyamalan está fuera de tiempo, de su tiempo

    http://blogs.elcorreo.com/culocortos/2008/12/5/culo-retrospectiva-2

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