Carancho (2010) es una de esas películas, que por suerte y gracia hacia su espectador, se construye a medida que avanza el metraje. Es consciente y consistente de aquello que ofrece, y paulatinamente desarrolla una trama de aves nocturnas que necesitan escapar de sus hoyos personales. Film Noir al mas puro estilo francés, pero transformando la elegancia por suciedad, las calles parisinas lluviosas por planos opresivos y asfixiantes de los rostros de sus dos protagonistas. Un film de realidades que se constituye con unas leyes aparentemente de un mundo ficticio y exagerado, pero que rasgan como una caída en el asfalto.
Mundo nocturno para seres nocturnos
Pablo Trapero, que desde su ya interesante opera prima Mundo Grúa (1999), ha ido narrando historias inteligentes y pacientes, y Carancho es su última propuesta. Una película de perdedores con una vuelta de tuerca a la decadencia económica en Argentina, esta vez con un punto de partida fabuloso y sorpresivo, los prácticas fraudulentas con los seguros en los accidentes de coche. Un Ricardo Darín que nuevamente se lo merienda todo, y una compañera,Martina Gusman, que completa a la perfección este duo de enamorados por necesidad.
La mejor baza de Carancho es que uno no tiene noción de estar viendo un buen film, la extraña y virtuosa situación de dejarte llevar por una película pequeña que cuenta bien una historia, y donde eso está por encima de cualquier otra idea. Por lo tanto estamos ante un guión inteligente sustentado por dos personajes bien armados. Cine clásico de look moderno (no innovador) que con solvencia y perspectivas de buen oficio, uno, plano a plano, va viendo tras la película todos los fundamentos que ha propuesto su director para que ésta sea lo que es.
En su contra debo decir que - para gustos los colores - el final es excesivamente hiperbólico, como que Trapero, demasiado encerrado en el universo noir, deba seguir sus reglas internas hasta las últimas consecuencias, quitándole al relato verosimilitud y, viendo por primera vez, la mano demiúrgica del director alterando una historia que parecía fluir por si sola.
Darín y Gusman, buenos actores en buenos personajes
Con sus defectos y sus virtudes, Carancho es cine, una entre tantas (en aquellos años) donde el oficio mandaba, un oficio que no solo se encontraba en sus imágenes sino en las palabras que daban vida a la película antes de que esta fuese.
Fernando Pomares
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