George Clooney, ese actor que vende Nespresso y se descubrió al público como intérprete con la extraña comedia O Brother (O Brother, Where Art Thou?, 2000), está trazando su carrera a modo de actor/autor. No sólo porque dirija películas, que las dirige muy bien, y que también se dedique a la producción de éstas, sino por un interés en seleccionar sus papeles interpretativos con suma razón. Recuerda a actores como Robert Redford, que dibujaba una filmografía entre el arte, la industria y la política para llevar el cine estadounidense a otro nivel. Esta última El Americano (The American, 2010) es quizá una muestra dentro de la categoría de cine-arte, un ejercicio de estilo con tintes de Bresson y Melville, o incluso Jacques Becquer, pero situado muy lejos de los límites donde pretende llegar, como si fuese un Jarmusch aguado.
Clooney, epicentro absoluto de The American
Su director Anton Corbijn, reconocido por sus videoclips de Depeche Mode o U2, insinúa en sus declaraciones un acercamiento al spaghetti western cuando se planteaba El Americano. Puede que conceptualmente, e incluso en algunas ideas exista dicha aproximación, aunque he de reconocer que ni pasó por mi cabeza ni un solo pensamiento acerca de eso mientras miraba la película, mas bien intentaba disfrutar de un film noir llevado a la mínima expresión. El problema llegaba cuando la puesta en escena está pensaba a partir de construcciones herméticas cargadas de una carencia absoluta de mensaje e intención, con la única meta de parecer cine árido, lento y reposado, y que mediante unas fuertes leyes internas se narra la historia. Muy bonito sobre el papel, pero si no produce ninguna emoción ni ningún pensamiento, de poco nos sirve tanto intelecto de manual.
Por mucha mirada seria, Clooney no consigue escapar de si mismo
El otro gran déficit llega en el entorno, los secundarios. Un cura que desde la primera secuencia es totalmente inverosímil, por el guión y por la limitada interpretación del que lo lleva a la vida. Y también, esta vez por el recurso cliché, la prostituta-amante, que aunque no molesta, tampoco aporta gran cosa por el poco jugo que se le saca. Clooney es incapaz de darle verosimilitud a su personaje y en cuando puede se le escapa una sonrisita marca de la casa que desmorona todo el poso dramático que el star system trata de darle a ese misterioso americano, un personaje que hubiese ido mucho mejor vestido por un actor desconocido y no por unos gestos y una cara, que de tan familiares que son, son imposibles sentirlos como de alguien extraño.
Fernando Pomares
Esto lo voy a decir hoy y creo que nunca mas....
ResponderEliminarPero coincido con vos....
Si si Fer... es la primera y creo que unica vez... que no te puedo decir nada....
Que película aburrida....