jueves, 16 de septiembre de 2010

El arte que seguirá siendo invisible

Durante este mes de septiembre la filmoteca de Barcelona rinde un fortuito - y escaso - homenaje a la técnica del montaje. Un conjunto de películas que por su mas o menos expresividad, según los organizadores, son claro ejemplo de una impronta en la historia del cine en lo que a montaje se refiere. Pero no deja de ser, en el fondo, un pequeño puñado de clichés de manual y otras elecciones varias que suscitan a pensar que el montaje de esas películas tienen algo de innovador y trasgresor en el momento que fueron creadas.

Dede Allen, una ausente, entre muchos, en la selección de lo Filmoteca

No digo que en casi toda su totalidad, de las elegidas, no sean obras imprescindibles de análisis fílmico, pero es reducir una técnica prácticamente en su mayoría a la narratividad estadounidense y a la francesa de mentalidad moderna (y algunas de las estadounidenses seleccionadas también herederas de la mirada moderna del nuevo cine francés de entonces). Y pongo en duda la utilidad de dicho ciclo, pongo en entredicho el sentido que tiene exhibir obras de cierta complejidad técnica sin el soporte de presentaciones, charlas y mesas redondas, que acompañen y conduzcan el juicio del espectador hacia los recursos de algo tan complejo como es ver el montaje mientras se mira una narración. Pero igualmente, si las pretensiones de la Filmoteca son proponer una lista empírica de giros estilísticos y evoluciones en la técnica del montaje, la selección de los films vuelve a ser muy escasa, y no por el número de películas, sino por la reflexión hacia el medio. Eso da que pensar si los responsables se han hecho las preguntas adecuadas acerca de qué es el montaje, y qué implica ser un ejemplo clarificador del montaje.

Pablo G. del Amo hablando con Carlos Saura

Pero dentro del ciclo, mas allá del placer de ver en pantalla grande obras como Nuestra Música (Notre Musique, 2004) de Jean Luc Godard o La conversación (The Conversation, 1974) de Coppola, juntamente con el resto, cabe destacar una pequeña joya que ya se pudo ver en televisión no hace mucho. Un documental dirigido por Diego Galán llamado Pablo G. del Amo: Un montador de ilusiones (2006), entrevista y profundización de Pablo G. del Amo, probablemente el montador cinematográfico mas importante que ha dado nuestra cinematografía. Merece la pena acercarse a escuchar las ya sabias palabras de esta herencia artesana, un conocimiento de los entresijos de uno de los pocos que puede decir, en este país, que "ha hecho cine". La caza (1966), El espíritu de la colmena (1973) o Pascual Duarte (1976), entre mas de 180 ediciones en toda su vida. Un hombre de oficio que de manera invisible nos ha llevado de la mano en las grandes obras de la nueva cinematografía española, desde la modernidad, hasta principios del 2000. No os lo perdáis.

Fernando Pomares

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